La familia tiene un carácter de célula de la sociedad como decía Aristóteles. Es más inmediatamente natural que la sociedad política, aunque no sea tan plenaria. A pesar de que la amplitud de la sociabilidad humana no se agota ni se contiene en el horizonte doméstico, puesto que entre la familia y la autoridad política debe haber una serie de cuerpos intermedios de tipo territorial, económico, profesional, cultural, etc., en el sentido en el que la familia es célula de la sociedad, lo es de una forma irrepetible e incomparable con cualquier otra cosa. No se puede sustituir de suyo la familia por ningún otro tipo de agrupación.