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María, Madre de Dios

En pocos momentos de la historia de la Iglesia ha acompañado a la afirmación de la fe y a su definición frente al error herético por los obispos de la Iglesia, el gozo exultante y la alegría manifiesta del pueblo fiel como en el momento en que el concilio de Éfeso en el año 431 proclamaba a María Madre de Dios rechazando la doctrina de Nestorio…

La Teología de la Historia según Francisco Canals Vidal

La Teología de la Historia según F. Canals Vidal

Se acaba de publicar en Editorial Balmes un estudio de Xavier Prevosti Vives sobre La Teología de la Historia según Francisco Canals Vidal (Barcelona 2015). Se trata de la tesina de licenciatura eclesiástica en Teología Dogmática que su autor defendió en el Instituto de Estudios Teológicos «San Ildefonso» en marzo de 2015.

En sus más de 300 páginas el autor expone sintéticamente el pensamiento del doctor F. Canals sobre la cuestión. Con gran acopio de citas y referencias bibliográficas la obra incluye además de un capítulo biográfico de gran interés y un anexo con escritos inéditos de Juan Rovira Orlandis, S.I. Reproducimos aquí la presentación, realizada por la doctora Mercedes Palet Fritschi, y la misma introducción al libro.

San José, Patriarca del Pueblo de Dios

La intimidad y humanidad de la relación del Patriarca José con Jesús nacido por el Espíritu Santo, de la que es suya por el matrimonio, no queda derogada por la trascendencia del designio divino. La fecunda virginidad de su Esposa es bien de María pero también es bien de José. La parte que tiene José en la virginidad de María hace que haya que atribuir a José, heredero en plenitud de la fe de los antiguos Patriarcas, el fruto nacido de la promesa y del don del Espíritu Santo. Por esta razón, afirma Bossuet, es Jesús hijo de José.

Los siete primeros Concilios (5): Éfeso (2)

Conferencia de F. Canals Vidal (Barcelona 8.II.1989)

San Cirilio de Alejandría (~370-444)

San Cirilio de Alejandría (~370-444)

Curso de historia del dogma impartido por Francisco Canals Vidal en 1989 en Balmesiana (Barcelona) sobre la formulación de la ortodoxia católica en los siete primeros concilios.

5. Fuentes de la revelación y lugares teológicos

La Revelación, en el designio del amor divino que mueve su providencia comunicativa y salvífica, es la acción o la serie sucesiva de acciones por las que Dios «se dirige y se da al hombre» (Cat. 14). En orden a comunicarnos la participación en su vida, y a restablecerla en el linaje humano después del pecado: «Dios, que habló a nuestros padres -los padres del Pueblo de Israel- parcialmente y de diversas maneras por los Profetas, al fin de estos días nos habló por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien creó también los tiempos» (Hebr. 1,1-2).

3. La teología sagrada: su objeto y razón formal

La teología sagrada, generada en la tarea de los Santos Padres en la búsqueda de la «inteligencia de la fe» y de la defensa de la misma contra los judíos y los herejes, alcanzó, en los grandes doctores escolásticos, a constituirse como una ciencia.

Aunque heterogénea en su subiectum, es decir, su contenido u «objeto material», y en su formalidad cognoscitiva, que es la ratio revelati, respecto de las ciencias de orden natural, es analógica con las mismas en los caracteres de racionalidad argumentativa por la que, a partir de principios ciertos se alcanzan conclusiones «demostradas».
Desde la edad apostólica y en especial a partir del siglo II, llamado el siglo de los Apologistas, se ha dado siempre en la Iglesia esta tarea de defensa y sostenimientoEn Aristóteles la episteme theologike se identifica con la «ciencia que contempla lo que es en cuanto que es», en el sentido de que sólo en esta ciencia que se llamaría después ontología el entendimiento humano, buscando conocer la primera causa de la universalidad de los entes, alcanza a conocer la realidad divina. Damos el nombre de teología natural a la parte última, es decir, al tratado metafísico sobre Dios como primera causa del ente.

4. Artículos de la fe y conclusiones teológicas

Teniendo en cuenta que la resurrección común, es decir, la nuestra, es también una verdad revelada, de importancia decisiva para el sentido de nuestra vida cristiana, y cuya fe profesamos en los Símbolos, y así el Nuevo Catecismo la expone al comentar el artículo del Símbolo apostólico: «creo en la resurrección de la carne», comprenderemos en qué sentido el raciocinio teológico no se ejercita sólo ni primariamente en la deducción de conclusiones teológicas a partir de los datos revelados, sino que, es también tarea teológica la que fue descrita así por el Concilio Vaticano I.