Conferencia de F. Canals Vidal (Barcelona 22.II.1989)
Curso de historia del dogma impartido por Francisco Canals Vidal en 1989 en Balmesiana (Barcelona) sobre la formulación de la ortodoxia católica en los siete primeros concilios.
Conferencia de F. Canals Vidal (Barcelona 22.II.1989)
Curso de historia del dogma impartido por Francisco Canals Vidal en 1989 en Balmesiana (Barcelona) sobre la formulación de la ortodoxia católica en los siete primeros concilios.
Conferencia de F. Canals Vidal (Barcelona 15.II.1989)
Curso de historia del dogma impartido por Francisco Canals Vidal en 1989 en Balmesiana (Barcelona) sobre la formulación de la ortodoxia católica en los siete primeros concilios.
Conferencia de F. Canals Vidal (Barcelona 8.II.1989)
Curso de historia del dogma impartido por Francisco Canals Vidal en 1989 en Balmesiana (Barcelona) sobre la formulación de la ortodoxia católica en los siete primeros concilios.
La Revelación, en el designio del amor divino que mueve su providencia comunicativa y salvífica, es la acción o la serie sucesiva de acciones por las que Dios «se dirige y se da al hombre» (Cat. 14). En orden a comunicarnos la participación en su vida, y a restablecerla en el linaje humano después del pecado: «Dios, que habló a nuestros padres -los padres del Pueblo de Israel- parcialmente y de diversas maneras por los Profetas, al fin de estos días nos habló por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien creó también los tiempos» (Hebr. 1,1-2).
La teología sagrada, generada en la tarea de los Santos Padres en la búsqueda de la «inteligencia de la fe» y de la defensa de la misma contra los judíos y los herejes, alcanzó, en los grandes doctores escolásticos, a constituirse como una ciencia.
Aunque heterogénea en su subiectum, es decir, su contenido u «objeto material», y en su formalidad cognoscitiva, que es la ratio revelati, respecto de las ciencias de orden natural, es analógica con las mismas en los caracteres de racionalidad argumentativa por la que, a partir de principios ciertos se alcanzan conclusiones «demostradas».
Desde la edad apostólica y en especial a partir del siglo II, llamado el siglo de los Apologistas, se ha dado siempre en la Iglesia esta tarea de defensa y sostenimientoEn Aristóteles la episteme theologike se identifica con la «ciencia que contempla lo que es en cuanto que es», en el sentido de que sólo en esta ciencia que se llamaría después ontología el entendimiento humano, buscando conocer la primera causa de la universalidad de los entes, alcanza a conocer la realidad divina. Damos el nombre de teología natural a la parte última, es decir, al tratado metafísico sobre Dios como primera causa del ente.
Teniendo en cuenta que la resurrección común, es decir, la nuestra, es también una verdad revelada, de importancia decisiva para el sentido de nuestra vida cristiana, y cuya fe profesamos en los Símbolos, y así el Nuevo Catecismo la expone al comentar el artículo del Símbolo apostólico: «creo en la resurrección de la carne», comprenderemos en qué sentido el raciocinio teológico no se ejercita sólo ni primariamente en la deducción de conclusiones teológicas a partir de los datos revelados, sino que, es también tarea teológica la que fue descrita así por el Concilio Vaticano I.
Ya en los Evangelios y en los escritos de los Apóstoles encontramos muchos textos en que se arguye contra quienes desconocen «las obras» que Jesús hacía, y el cumplimiento en El de los prometido a los patriarcas de Israel y anunciado por los profetas.
Desde la edad apostólica y en especial a partir del siglo II, llamado el siglo de los Apologistas, se ha dado siempre en la Iglesia esta tarea de defensa y sostenimientoEn Aristóteles la episteme theologike se identifica con la «ciencia que contempla lo que es en cuanto que es», en el sentido de que sólo en esta ciencia que se llamaría después ontología el entendimiento humano, buscando conocer la primera causa de la universalidad de los entes, alcanza a conocer la realidad divina. Damos el nombre de teología natural a la parte última, es decir, al tratado metafísico sobre Dios como primera causa del ente.
El término «teología» ha tenido una evolución histórica compleja, antes de que llegase a significar la elaboración racional de la que Santo Tomás llamaba «ciencia sagrada».
En Aristóteles la episteme theologike se identifica con la «ciencia que contempla lo que es en cuanto que es», en el sentido de que sólo en esta ciencia que se llamaría después ontología el entendimiento humano, buscando conocer la primera causa de la universalidad de los entes, alcanza a conocer la realidad divina. Damos el nombre de teología natural a la parte última, es decir, al tratado metafísico sobre Dios como primera causa del ente.