Biografía

Infancia y juventud (1922-1944)

Francisco Canals Vidal nació el 30 de mayo de 1922 en Barcelona,  hijo de D. Manuel Canals Arrieta y de Dª Manuela Vidal Cabot, siendo el pequeño de cinco hermanos. Acudió en su infancia al colegio de los Padres Escolapios de la calle Diputación, de Barcelona, donde cursó la enseñanza primaria e inició la secundaria. Terminado el cuarto de bachillerato, la guerra civil española le impidió continuar en las Escuelas Pías y le obligó a pasar por varios centros, pudiendo terminar el bachillerato al poco de acabar la guerra, así como realizar el examen de estado e ingresar en la universidad.

Su primera intención fue entonces estudiar matemáticas, y aprobó dos asignaturas de primero en un par de meses. Sin embargo, enseguida se dio cuenta de que no era aquella su vocación, sino que, sintiendo deseo de ser jesuita, ingresó en el noviciado de Veruela el 7 de septiembre de 1940. Tras unos veinte meses en Veruela, de nuevo se hace manifiesto que tampoco es este otro su camino y abandona el noviciado. Es un período de desorientación y de sufrimiento espiritual. Siguiendo los deseos y consejos de su familia, se matricula en la facultad de Derecho, con la intención de  prepararse para ganar en el futuro unas oposiciones a notaría. Canals es un joven taciturno y encerrado en sus problemas, al que sus compañeros prácticamente desconocen y al que los psicólogos no ven mucho futuro.

Formación con el padre Orlandis (1944-1958)

Será durante este tiempo de sus estudios de derecho cuando ocurrirá el hecho más decisivo de su vida: su encuentro con el P. Ramón Orlandis, S.I. Sucedió ello en el año 1944. Era a la sazón el P. Orlandis director del Apostolado de la Oración de la diócesis de Barcelona; tenía ya los 70 años, pero se dedicaba con total entrega a la formación de los jóvenes en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, mediante un grupo que se llamó inicialmente Schola y más tarde Schola Cordis Iesu. Desde los primeros años de su actividad como director del Apostolado de la Oración había reunido a este grupo de jóvenes, la mayoría de las Congregaciones Marianas, a los que orientaba en el conocimiento del mundo en que vivían, de sus graves lacras morales y espirituales y de su honda enemistad con Dios. Con ello fue concibiendo una idea a la que empezó a dar cuerpo en los años de disolución de la Compañía durante la 2ª República, y que plasmó en un escrito de 1934, al que denominó “Pensamientos y ocurrencias”, escrito fundamental por cuanto contiene las ideas directrices de la que había de ser su gran obra al servicio de la Iglesia, la fundación de Schola Cordis Iesu. En su idea reunía el camino de la infancia espiritual de Santa Teresita del Niño Jesús con la práctica y difusión de la devoción al Sagrado Corazón, procedente de las revelaciones a Santa Margarita María de Alacoque en Paray-le-Monial, y tan propia del Apostolado de la Oración tal como lo había configurado el P. Enrique Ramière, S.I., no como unión de cosas dispares, sino por entender el mensaje de Santa Teresita como una tercera etapa en el desarrollo providencialmente querido de la devoción al Sagrado Corazón.

Cuando Francisco Canals se entrevistó con el P. Orlandis por primera vez, éste le entregó una copia ciclostilada de aquel escrito. Canals había acudido al p. Orlandis exhortado por un familiar y en busca de buen consejo para acallar sus dificultades espirituales. Fue una de las confidencias de Canals al Padre lo que motivó la entrega de “Pensamientos y ocurrencias”, pues no tenía costumbre el p. Orlandis de dárselo a todos ni de invitar a Schola a todo tipo de personas. Sin embargo, en el joven Canals la lectura de aquel texto tuvo un efecto tremendo; lo que decía el p. Orlandis halló inmediatamente un profundo eco en su corazón, y gracias a ello se incorporó a Schola Cordis Iesu. El propio Canals reconocía años más tarde que era exacto lo que dijo el p. Murall en cierta ocasión, cuando describió el cambio que se había efectuado en él como comparable a “la resurrección de un muerto”.

Unos años más tarde, en 1950, a los 28 de edad, Francisco Canals contrajo matrimonio con Dª Isabel Surís Fábrega. Dios les concedió una numerosa descendencia, once hijos, lo que sin duda alegró su casa, pero también es verdad que les comportó períodos importantes de estrechez y dificultad económica nada fáciles de llevar.

El P. Orlandis influyó también decisivamente en el camino que Canals tomaría en sus estudios. Pronto le aconsejó abandonar el sueño notarial y le inclinó, junto con Jaime Bofill, hacia el estudio de la filosofía. Canals terminó la carrera de Derecho en tres años y se matriculó en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Barcelona ya antes de terminar Derecho, licenciándose en Filosofía y Letras en el año 1950. Desde entonces, la vida académica y la docencia universitaria fueron uno de los ejes mayores de su actividad. Y aun siendo ya profesor, nunca dejó de estudiar ni de aprender. Todavía se licenció en Teología en 1973; obtuvo tres doctorados: en Filosofía (1952), en Derecho (1956) y en Teología (1981). En cuanto a su carrera docente, podemos mencionar que en 1957 pierde unas oposiciones a cátedra de Derecho Político y fracasa también en su aspiración a cátedra de Metafísica en Valencia, pero pronto conseguirá, en Barcelona, primero una cátedra de instituto y, más adelante, de universidad. He aquí, en resumen, su trayectoria: profesor ayudante ya desde 1949, profesor encargado de Teoría del Conocimiento (1956-1966), catedrático de Filosofía del Instituto de Enseñanza Media Jaime Balmes de Barcelona (1958-1967) y Catedrático de Metafísica de la Universidad de Barcelona (1967-1987), donde además dirigiría el Departamento de Metafísica, más tarde de Filosofía Teorética, por largos años.

Madurez y docencia (1958-1988)

Como sucesor de Jaime Bofill en la cátedra de Metafísica, se le suele mencionar después de éste en la llamada “Escuela Tomista de Barcelona”, surgida precisamente del magisterio del p. Orlandis. Lo cierto es que su docencia fue profunda y fecunda, contándose entre sus discípulos catedráticos de universidad como Eudaldo Forment Giralt (su sucesor en la cátedra de Metafísica) y José Mª Petit Sullá, catedrático de Filosofía de la Naturaleza, así como el dr. José Mª Alsina Roca que ha sido rector de la Universidad Abat Oliba CEU (2003-2011). Otros varios profesores de filosofía en la Universidad de Barcelona han sido sus discípulos: Margarita Mauri Álvarez, Ignacio Guiu Andreu, José Mª Romero Baró, Misericordia Anglés Cervelló, Antonio Prevosti Monclús. Muchos más se encuentran diseminados por otras universidades, institutos y colegios de la geografía catalana y española, e incluso de más allá de nuestras fronteras.

Los que han sido sus alumnos recordarán siempre la fuerza de sus clases. Al entrar en el aula, el profesor Canals se transformaba, y de una cierta apariencia de timidez pasaba a hablar tamquam potestatem habens, con tal fuerza y energía que incluso asustaba a los que no eran capaces de fijarse en la esencia de lo que estaba diciendo. En efecto, el dr. Canals vibraba todo él al unísono de la materia que exponía, cuestión por cuestión, idea por idea, pues se entregaba con toda su alma a la comunicación de la verdad y la debelación del error.

Canals sólo hablaba pensando lo que iba proponiendo con palabras, y así, en sus clases y en sus conferencias, hacía pensar. Muchos profesores captan el asentimiento de sus alumnos por una especie de congruencia y de plausibilidad general de lo que afirman, si no es por el atractivo de la novedad, o de la bella dicción, o de la afinidad con las opiniones corrientes no entre el vulgo, sino entre las elites intelectuales y los movimientos supuestamente “más avanzados”. Canals, en cambio, no se dirigía al gusto estético ni a un juicio ligero y pendiente de las modas, sino a la inteligencia y a la razón lógica. Su discurso era conceptualmente preciso, terminológicamente milimetrado, e iba a las fuentes –citaba de memoria con pasmosa extensión y exactitud- y, sobre todo, iba a los fundamentos y a las razones de base de lo que proponía. No había nada rutinario, ni anquilosado, en sus clases.

Fuera de la universidad, su labor intelectual se desarrolló y fue reconocida también en otras asociaciones filosóficas. Durante años dio el Curso de Teología en la Fundación Balmesiana de Barcelona. Fue miembro fundador de la Societat Catalana de Filosofia, filial del Institut d’Estudis Catalans. También impulsó y participó en la fundación de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino (SITA), en la que fue presidente nacional de la SITA España (1981-86), presidente de la sección barcelonesa (1989-1991) y vicepresidente internacional (1991-1997). Además de sus aportaciones científicas en forma de ponencias, conferencias y artículos, hay que destacar su insistente interés y preocupación por la organización de jornadas y congresos, en la que frecuentemente tomó la iniciativa. En 1982 fue nombrado Magister de la Maioricensis Schola Lullistica y el 22 de noviembre de 1989, recibe en Roma el Diploma de académico de la Pontificia Academia Romana de Sto. Tomás .

F. Canals se jubiló de la docencia universitaria en el año 1987. Mientras que en su propia universidad, de modo bien injusto, no le concedieron entonces el carácter de profesor emérito, lo que habría sido una oportuna culminación y reconocimiento al mérito de la fecunda labor realizada, por otro lado, y un tiempo más tarde, en 2005, el reconocimiento llegó y el dr. Canals fue nombrado Doctor honoris causa por las Universidades Abat Oliba CEU de Barcelona, Pontificia y Real de Santo Tomás de Aquino de Manila, y FASTA de Mar del Plata en Argentina.

Continuador del padre Orlandis, apóstol del Corazón de Jesús (1987-2009)

La vida universitaria y filosófica de Canals pertenece, como una de sus vertientes, a su actividad apostólica, que tuvo, sin embargo, otras vertientes, podríamos decir, más específicamente religiosas. Entre ellas sobresale como la principal su dedicación a Schola Cordis Iesu. Junto a ésta, hay que mencionar su intensa labor en la revista Cristiandad, revista que sin ser “órgano” de Schola, ha sido y sigue siendo la revista que hacen los de Schola. También con otras obras colaboró Francisco Canals, poniendo a su servicio sus capacidades y sus conocimientos: escribió con frecuencia para la revista Verbo y dio conferencias en “La Ciudad Católica”, dio formación teológica, entre 1961 y 1966, a futuros sacerdotes que se preparaban en la Casa de Santiago de Barcelona, colaboró con el Instituto Internacional del Corazón de Jesús, del que fue Consejero desde 1979, y escribió, entre 2003 y 2004, una importante serie de artículos filosóficos para el portal RIIAL (Red Informática de la Iglesia en América Latina), que aparecen en el denominado “Espacio para la Síntesis Doctrinal de Santo Tomás de Aquino”.

Habría que rememorar su empeño en extender Schola, como sección del Apostolado de la Oración, a toda España, e incluso, llegado el momento oportuno, darle carácter internacional. En fin, Schola Cordis Iesu fue en verdad aquello a lo que Canals consagró su vida. Cumplió al pie de la letra la consigna recibida del p. Orlandis, y que transmitió a las generaciones posteriores: “¡Aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí!”

Como algo cosechado también del p. Orlandis y propio de Schola, Canals fundó siempre su acción apostólica en un estudio serio e intenso. Pocos temas escaparían a su polifacética investigación y reflexión. Con la orientación recibida del insigne teólogo carmelita Bartolomé María Xiberta, a quien reconocía como uno de sus maestros, estudió los antiguos concilios ecuménicos y, en particular, el Concilio de Éfeso y la cristología de san Cirilo.

Mención especial merece, por fin, la devoción josefina de Francisco Canals. Con muy especial empeño y amor se entregó al apostolado de la devoción a San José, siendo elemento integrante de esta dedicación sus estudios josefológicos, que cristalizan en su tercera tesis doctoral, bajo la orientación y dirección del jesuita p. Francisco de Paula Solá Carrió, mariólogo de prestigio internacional, por quien Canals sentía grande devoción y al que reconoce también como maestro. De dichos estudios procede también la publicación de algunos libros, lo mismo que sus cerca de ochenta artículos de orientación popular, pero siempre teológicamente profundos, aparecidos durante unos cuantos años (1992-2008) en la revista La Montaña de San José. Fue miembro de la Sociedad Iberoamericana de Josefología y participó más de una vez en Congresos Josefológicos Internacionales.

Por toda esta labor apostólica D. Francisco Canals Vidal recibió, el 26 de abril de 2002, el reconocimiento de la Sede Apostólica, al ser nombrado por Juan Pablo II Caballero Comendador de la Orden de San Gregorio Magno. D. Francisco Canals Vidal sentía haber cumplido su misión, al menos lo más grave de ella, cuando su discípulo predilecto José María Petit accedió a la cátedra de Filosofía de la Naturaleza en 1981. En la comida de celebración de la misma, dijo Canals públicamente: “Ahora ya me puedo morir.” Esta expresión la repitió alguna vez más en ocasiones en que la continuidad de las obras a las que había dedicado su vida aparecía asegurada. Lo que Canals posiblemente no había pensado nunca es que él había de sobrevivir a su discípulo y que en su ancianidad, en sus 84 de edad, habría de pasar por la dolorosa experiencia de la muerte de Petit, misteriosa disposición de la Providencia que, una vez más truncaba los planes humanos. José María Petit moría el 9 de junio de 2007. Canals, diciendo, como solía, “Déu sobre tot”, escribió dos artículos necrológicos en los que al tiempo que homenajea y muestra su agradecimiento a Petit, mantiene firme su esperanza sobre el futuro de Schola y alienta a todos a responsabilizarse y a seguir. Tras muchos años vividos en la tierra con la mirada puesta en el cielo, Dios le llamó por fin el día 7 de febrero de 2009, a la edad de 86 años.