Teológico

Pensamiento teológico

Canals entiende la teología al hilo de la doctrina de santo Tomás, como una verdadera ciencia argumentativa, una elaboración racional en sentido propio, pero al servicio de la fe, por lo cual no puede nunca, sin dimitir de su razón de ser, oponerse a ningún contenido de la fe; por el contrario, los artículos de la fe son sus puntos de partida, sus principios axiomáticos. Responde a la necesidad del creyente de entender mejor lo que cree, para que pueda penetrar más en su vida.

Sobre muy diversos puntos particulares de teología Canals ha escrito más o menos extensamente. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús, la doctrina de la infancia espiritual, el magisterio de la Iglesia, los temas cristológicos nucleares, los temas mariológicos, centraron de un modo particular su atención. Además, como hemos reseñado más arriba, dió varias veces un curso completo de teología en tres años, de los que existen guiones y esquemas. Sin embargo, vamos a limitarnos, en aras a la brevedad, y también porque otra cosa nos exigiría un estudio que no hemos llevado a cabo, a indicar solamente dos asuntos en los que Canals se adentró especialmente y que podemos calificar como de más característicos de su pensamiento teológico. Nos referimos a la teología de la historia y a la teología sobre san José.

La Teología de la historia es algo que, aunque no con esta denominación, que es relativamente reciente, ha existido en la Iglesia desde los tiempos más antiguos. Por otro lado, trata cuestiones que han estado presentes en la conciencia cristiana a lo largo de los siglos y que sin embargo, extrañamente, en nuestros días parecen más bien relegadas u olvidadas. Para el padre Orlandis y para su discípulo Francisco Canals se trata de un estudio importante, extremadamente conveniente y útil precisamente para una adecuada comprensión de la devoción al Sagrado Corazón, sobre todo en su relación con el Reinado de Cristo. No es de extrañar que ya el p. Enrique Ramière, S.I., el gran apóstol del Corazón de Jesús, profundizara en esta materia, especialmente en su obra Las esperanzas de la Iglesia.

A la teología le incumbe pensar lo que Dios ha prometido y que la Iglesia espera. Le incumbe leer los signos de los tiempos y estar atenta para reconocer que “está cerca el verano”, es decir el Reino de Dios. Le incumbe juzgar desde la fe sobre las realidades humanas de todo orden, y desde luego, sobre los acontecimientos históricos en tanto que en ellos se realiza el plan de Dios, a la vez que en ellos se produce también el rechazo y la rebelión del hombre contra Dios. He aquí, pues, las tareas básicas de la teología de la historia y su cometido.

Canals tenía, lo mismo que el padre Orlandis, y en asentimiento a las enseñanzas de los Papas, la convicción de que Cristo había venido para reinar en el mundo, de que el Reinado de Cristo es el camino único para la justicia y la paz entre los hombres, y que esto había sido prometido por Dios a la humanidad. De ahí una esperanza firme en una futura “instauración de todas las cosas en Cristo”, la que Pío XI llamaba “consoladora y cierta profecía del divino Corazón.” Para Canals era claro, perfectamente ortodoxo, y lo más congruente con todo lo que se lee en las Escrituras y lo que enseña la Iglesia, que lo prometido por Cristo es una consumación intrahistórica de la plenitud del Reino.

Canals estudió a fondo numerosos autores, desde san Justino, san Jerónimo, san Agustín, san Buenaventura, y pasando por Cornelio a Lapide, Bossuet, no hay que decir: Enrique Ramière, hasta la obra del jesuita mártir p. Juan Rovira y Orlandis, sobrino del p. Ramón Orlandis, en su inédito estudio De Consummatione Regni Messianici in Terris, seu de Regno Christi in Terris Consummato. También encontró Canals en la obra de Karol Wojtyla Signo de contradicción, pero sobre todo en determinados hechos y textos de los últimos papas, del Concilio Vaticano II y por fin, muy notablemente, en el Catecismo de la Iglesia Católica, la constatación de que estamos en los umbrales, o está aflorando ya una “nueva escatología”, cuyos temas no son ya los clásicos cuatro “novísimos”, sino los propios de la restauración y recapitulación de  todas las cosas en Cristo y de los nuevos cielos y la tierra nueva.

Dejamos para el lector interesado que busque directamente en los escritos de Canals los pormenores de su pensamiento acerca de estos temas. Sus aportaciones para deshacer los malentendidos alrededor del término y la realidad del “milenarismo”; sus estudios sobre el ebionismo, las gnosis y el maniqueismo; sus argumentos respecto al fin del imperio romano como aquello que “detiene al misterio de iniquidad”, su interpretación de textos cruciales del Apocalipsis, no son para resumir en unos párrafos, antes bien, requieren un estudio completo y riguroso.

Pasamos, pues, a continuación, al último aspecto de la aportación teológica del dr. Canals: su teología de san José. Constituyó el tema de su tesis doctoral en teología un estudio sobre la paternidad de san José sobre Jesús y su conexión con el matrimonio de aquél con María, en el que se pone a la luz el sentido y la misión del patriarca José en la economía de la salvación. En este estudio se apoya Canals sobre una larga tradición de autores sobre san José, negando la realidad de un “silencio” histórico acerca del mismo, y más bien denunciando la inconveniencia, metodológicamente improcedente, de una vuelta atrás hacia posiciones superadas y descalificadora de progresos teológicos posteriores.

La comprensión de la misión del patriarca José que Canals propone se inscribe en lo nuclear de la historia de la salvación y se alcanza desde “la perspectiva”, dice él, “de la misteriosa sucesión y correlación de las Alianzas”, Antigua y Nueva, por las que se ha realizado la dispensación en el tiempo del designio salvífico de Dios. Se trata del cumplimiento de las antiguas promesas hechas a Israel, según las cuales debía nacer un rey, descendiente de David, que salvaría al pueblo. Como notaba ya san Agustín, es por José que deben contarse las generaciones y por donde le viene a Jesús, nacido de la virgen María, esposa de José, la filiación davídica y, con ello, el título real y mesiánico.

Canals se interesa a fondo por la relación esponsalicia entre José y María y, recogiendo una expresión de Isidoro de Isolano, dominico del siglo XV-XVI, insiste en la “semejanza entre los esposos” y en lo que de ello se deduce. José pertenece también al orden hipostático, y no sólo María, de acuerdo con Francisco Suárez, autor decisivo para la josefología posterior. Otro punto en que Canals insiste es la virginidad de José, su compromiso de virginidad junto a María, e incluso la semejanza con ella en la exención de los efectos del pecado original desde el seno materno.

Canals destaca la santidad de José como “ejemplo perfecto del dejarse en manos de Dios en que se realiza el camino de la infancia espiritual que la Doctora de la Iglesia Santa Teresita tuvo la divina misión de enseñar a los cristianos de nuestros días” (San José en la fe de la Iglesia Introducción, pp. XXII-XXIII). San José, que no tenía ministerio sacerdotal, ni misión profética, ni apostólica, es sin embargo modelo perfecto de santidad en la vida ordinaria. Desde Santa Teresa de Jesús, se extendió por el mundo católico la devoción a san José y la confianza en la eficacia universal de su intercesión. Canals insiste en la misión protectora de San José sobre la Iglesia y de modo particular en algo que se había quedado olvidado: el patrocinio del patriarca sobre el Concilio Vaticano II, declarado por el papa Juan XXIII.

“El pontificado de Juan XXIII vino a ser como una cima en la historia de la devoción eclesiástica a San José”, escribe nuestro autor en el inicio de su libro sobre San José en la fe de la Iglesia. Antología de textos. Canals considera que, en la historia de la Iglesia, estamos en una época nueva por lo que se refiere a la presencia y acción del patriarca José, y lo documenta con palabras de los papas y con el texto de la Redemptoris custos, de Juan Pablo II, en la que san José queda expresamente unido al oficio co-redentor de María.

Canals reconoce expresamente que se siente esperanzado. Terminaremos esta exposición, forzosamente sucinta, citando de nuevo sus mismas palabras:

“San José reconquistará el ambiente de las familias cristianas y de las comunidades religiosas, de los grupos apostólicos laicos y la predicación de los sacerdotes. En esta tierra desde la que escribo, hará revivir el inmortal espíritu del obispo Torras y Bages, que en sus escritos del Mes de Sant Josep y en sus sermones escribió de modo tan admirable sobre el patriarca, por quien tenía una devoción tan auténtica y tan «popular».” (bid. p. XXX.)

Con estos pensamientos y estas esperanzas culminó Canals su legado y su vida de entrega al servicio de la Iglesia y del Reinado del Hijo de Dios hecho hombre.

Del prólogo a las obras completas