La Montaña de San José (Mayo 1992)
Es conocida la frase de Santa Teresita del Niño Jesús en la que expresa su deseo, su anhelo diríamos, de ser tratada por Jesús al modo como un niño trata a su pelotita. Es decir, estar disponible para ser llevada de acá para allá, de modo que Jesús pudiera complacerse en su total disponibilidad.
Un jesuita francés, Caussade, había presentado como el camino más fácil y eficaz para la santidad, la aceptación cotidiana de todo aquello que Dios disponga sobre nuestra vida. Es más importante para la santificación abandonarse confiadamente a la divina providencia, y ver todos los hechos de nuestra vida como venidos de su mano, que cualquier otro esfuerzo e iniciativa propia, por heroica que pueda resultar. Lo primero y principal es vivir pacíficamente, recibiendo de la mano de Dios todo lo que a lo largo de la vida nos envía.
El mencionado jesuita notaba que esta dimensión de la santidad es la principal en María y en la vida oculta de Jesús, y como el todo de la santidad de José, que hacía siempre lo que Dios le daba a entender que era su voluntad. No fue hombre tanto de iniciativas como de confiadas aceptaciones de lo que Dios disponía en su vida, al servicios de María y de Jesús.
Podemos considerar los llamados dolores y gozos de San José desde esta perspectiva: José representa el modelo perfecto de lo que quería ser Santa Teresita, esto es, como una «pelotita», alguien puesto del todo en las manos de Dios y abandonado a su cuidado providente.