Fragmento sobre la infancia espiritual de santa Teresa del Niño Jesús extraído de una conferencia de Francisco Canals Vidal (1922-2009) dictada el 30 de julio de 1983 en la asamblea general de Schola.
Transcripción del audio:
«Yo una vez hice Ejercicios en Manresa, Usted perdone padre Igartua, que dirigía el padre Igartua y se me clavó una plática. Explicó el texto de san Pablo “la fuerza de Dios se consuma –se realiza, se perfecciona- en la enfermedad –en la debilidad, en la carencia de fuerza- del hombre. La fuerza de Dios tiene su realización en la debilidad del hombre. Allí es donde triunfa la fuerza de Dios. 1’00Todo lo que es verdaderamente salvífico es lo que no somos, es lo que no tenemos. Por esto san Pablo, cuando habla de la economía de la salvación, dice “Dios llama lo que no es como si fuera”. Llama lo que no es como si no fuera, resucita los muertos, da fecundidad a los estériles, es el texto de los profetas: “hace andar a los cojos, hace hablar a los mudos”. La virtud de Dios se ejerce en nuestra fragilidad. Si nos ponemos a tiro de la misericordia de Dios resulta que hemos de dar muchas más gracias a Dios de todo lo que no somos y no tenemos, que de lo que pudiésemos pensar que Dios nos ha dado para que nosotros lo tengamos nuestro, como si tuviésemos que decir: “mira que bien yo soy esto” ¿Qué soy? Es así. Ahora el chiste, ¿no?
Yo tengo dos defectos brutales. Uno, que no sé hacer nada con las manos y otro que no sé tratar con la gente. Ya lo habréis notado lo que me conocéis. Bien, miren: si yo supiese hacer algo con las manos, probablemente sería notario. Así tal como suena. Porque hubiera sabido escribir a máquina, me hubiera hecho mis propias cosas…, cuando estudiaba derecho me sabía casi de memoria del derecho civil, casi sin pretenderlo. No me costaba nada aprender textos jurídicos. Lo sabía de memoria, centenares de artículos. Con decir “número tal: -además por el número- número tal: ¡Pum! La tutela…” Una cosa de locura. Hasta se reían de mí los compañeros. Una memoria capacísima para ganar una oposición a notaría de registro de la propiedad. Si además hubiera sabido escribir a máquina hubiese hecho más cosas… Si hubiera sido un hombre de trato pues ya me veía yo notario de primera en Barcelona. Me habría ido muy bien. Habría ganado mucho dinero, me habría podido casar con una mujer muy rica seguramente… (risas) Ya tiene toda la tragedia, toda la tragedia mía. Por haber sabido escribir y por haber sabido tratar a la gente sumado con el tener mucha memoria, y mucha afición al derecho. El padre Orlandis me dice: “Mira chico, tú eres un despistado porque no te aclaras en las cosas prácticas. Tú notario puedes terminar en la cárcel por falsedad en documento público, porque sin maldad meterías la pata. ¡No sirves!” Yo pensé, “tiene toda la razón”. Miren qué fácil me fue renunciar a esto. Que fácil me fue. No tenía manera. Si sólo hubiese pensado en mis cualidades, al ver que no tenía las otras, me hubiera desesperado: “Yo podía hacer esto… Dios no le ha dado la gana de darme capacidad de escribir a máquina, que me ha fastidiado. Porque yo hubiera podido ser un notario de primera, mire Usted. Notario de Barcelona. Qué suerte. Casado con una mujer burguesa y rica. Qué suerte”. Como no he sabido nunca escribir a máquina he tenido que trabajar con la señorita Mª López. Los que trabajan con ella saben lo que pasa. ¡Entonces he trabajado sin ganas! Porque además nunca he tenido ganas de trabajar yo, nunca he tenido ganas de trabajar. Pero no he tenido más remedio. He tenido que hacer las cosas. Una vez te pones allí es como un rodillo… [golpea la mesa como una máquina de escribir, risas].
[…] Hay que poner… Dios quiere… creó la naturaleza humana con todas sus dimensiones y quiere que pongamos una gotita de agua. Que hagamos cosas y que pongamos… quiere que hagamos cosas. Dios es tan misericordioso que todavía encima nos deja que nuestra naturaleza y nuestras ‘cualidatitas’ y todo eso, que las ha creado todas -son imagen suya también incluso en el orden natural-, sirvan, son instrumento que Dios quiere en su Providencia, que sirvan a nuestra salvación y a la del prójimo. Pero lo que no ha podido hacer que el barro sirva de alma, o que el hombre sirva de Dios. Esto no lo ha podido hacer ni Dios. 1’05Por no saber tratar a la gente, por ser despistado y por no saber escribir a máquina tuve que estudiar filosofía. Y siendo muy poco agradable para mí hablar en público, porque de niño temblaba, he tenido que ganarme la vida hablando en público en las aulas. […] Y cuando escribía sudaba y me venían desmayos de tener que hacer una redacción. Después he tenido que escribir a fuerza de palos, he tenido que hablar en público, estudiar filosofía… Es más lo que uno no tiene le da lo que verdaderamente tiene que tener, ‘llavorans’ tot va bé, no? No sé si me explico. Mi mujer entonces tampoco, gracias a Dios, tenía mucho dinero, y si lo hubiera tenido se hubiera casado con otro. Y ahora está muy contenta de haberse casado conmigo. Y cada uno puede aplicarse el cuento.
Creedme por favor: Es más lo que no somos, que lo que no somos. Por dónde no somos… Lo dice san Juan de la Cruz en un lenguaje sublime. “Para ir a lo que no eres has de ir por donde no eres. Para ir a dónde no sabes tienes que ir por dónde no sabes”. Si no estás equivocado el camino. […] Y es así, creedme, creedme. Por tanto, resulta que se necesita una humildad alegre. Santa Teresita dice que lo más difícil es entusiasmarse con la pequeñez. Reconocer que miserable soy, que suerte, que bien y Dios está lanzando su misericordia sobre mí y me hace instrumento de su Amor, y me da hacer… conmigo va salvar las almas.
Entonces creedme, creedme, creedme, el padre Orlandis lo dice en Pensamientos y Ocurrencias, texto inspirado por el Espíritu Santo, “almas conocedores de la realidad, profundamente desengañadas de sus propias fuerzas y valer”. Conocedores de la realidad no quiere decir con una información económico-político-sociológica de primera orden, no. Es mucho más sencillo. Se puede ser un gran sociólogo y no saber de qué va nada. Conocedores de la realidad quiere decir que tengan la humildad de “tocar de peus a terra”. De darse cuenta de lo que pasa. ¿Y qué pasa? Pues que no hay nada que hacer, nada que hacer. […] En fin, no hay manera de parar esto. Humanamente estamos perdidos.
Por tanto, crean, apoyémonos en la gracia de Dios y, en este sentido que hablaba el padre Igartua, dejemos a la gracia de Dios que nos lleve por dónde no tenemos, por dónde no somos y que triunfe la fortaleza de Dios en nuestra debilidad. Esto quiere decir que no tenemos derecho a desanimarnos por nada. Ni a temer nada. A mi uno de los textos que me hacen saltar de la silla es aquel de Isaías que tradujo así el padre Orlandis, fijaos que maravilla: “Quién eres tú para temer a un hombre. -¿Se han dado cuenta? ¿Qué te crees que eres tú para tener miedo de un hombre? No quiere decir, tú eres un tío estupendo que no tienes que tener miedo de nada, sino que tú, que eres una criatura de Dios, un hijo de Dios, no tienes derecho a medir las cosas con tus fuerzas y temer a los hombres. ¡No señor!- Quién eres tú para temer a un hombre mortal”. No tenemos derecho a temer nada, ni a nosotros mismos. No tenemos que ponernos tristes por nuestras deficiencias. Cuantas más tengáis, dad más gracias a Dios.
Yo expongo éstas de no saber tratar a la gente y no saber escribir a máquina porque no son escandalosas y porque aquí no estoy haciendo una confesión. Pero tengo otras muchas más graves. Y todos tenemos unas deficiencias brutales, tremendas, abismales. Por ahí dejemos meterse la gracia de Dios, que vamos bien. Todo lo que no sea esto no sirve para nada en este tiempo. El camino de santa Teresita, decía Pío XI, que todos los cristianos tenían que seguir por él, porque lo que ella había dicho… -por eso es carisma de los santos, lo dicen a su manera, pero lo que dicen es el Evangelio mismo. Uno puede no haber leído a santa Teresita y vivir el espíritu deinfancia, sin duda. Pero lo que hay que decir es que si no nos hacemos como niños no entraremos en el Reino de los Cielos. [Corte]
Nosotros tenemos que creerlo y procurar sentirlo y vivir en esta vivencia. Entonces un cosa, por favor. Entregaos a la convicción de que la aceptación, la fe en el Amor del Corazón de Cristo, la convicción que tiene la Iglesia y la tiene el Apostolado de la Oración, que es una excelsa obra de la Iglesia de Dios, de que considerar la devoción al Corazón de Jesús como medio, que según la mente de la Iglesia se adapta de peculiar modo a las necesidades de nuestro tiempo. Y promueve y prepara con empeño el advenimiento del Reino de Dios en el mundo. Esto está en los estatutos del Apostolado. Con-creamos esto, creamos en el Amor de Cristo, creamos en el Amor de Cristo, convenzámonos. Y hagamos pequeñas prácticas, cada uno las que quiera, de fidelidad, de fidelidad.
Mirad. Yo rezo muy fuerte, ¿no?, y peleo mucho con nuestro Señor… ya sabéis. Y le digo cosas muy gordas, ¿no? No hay derecho padre Suñer, ¿verdad? Hay que protestar… Y digo: «Señor, precisamente porque ya sabes cómo somos ‘tots plegats’ –hombre, por favor- tengo… mi padre entronizó el Corazón de Jesús en un cuadro, yo tengo una placa que dice: “bendeciré las casas en que la imagen de mi corazón sea expuesta y honrada”; […]
1’20Y así tenemos que fiarnos de llevar medallas milagrosas… Yo voy a decir cosas: el padre Orlandis era devoto del escapulario del Carmen. Llevaba el escapulario de tela, ¡de tela! Y otra cosa: yo tuve durante muchos años docenas de escapularios de tela que me los había dado, a mí, el padre Bartolomé Mª Xiberta. Insigne catalán universal que, porque había sido perseguido por Mussolini en Italia, hasta los progresistas veneraban mucho. Pero que yo he tratado de explicar a alguien que me dio veinticuatro escapularios pero no quieren ni oírlo. El padre Xiberta me dio escapularios. Yo voy siempre cargado de medallas milagrosas y están a vuestra disposición todas éstas. Por favor cogedlas, si las tenéis las dais a otros. Son de santa Catalina Labouré. Hay que tener pequeñas devociones simplemente para demostrar ante Dios que somos niños, ¿verdad? No es superstición, creedme, no es superstición. Es sencillamente hacer gestos de infancia espiritual, incluso en la manera de gesticular, incluso en la manera de portarnos ante Dios como santa Teresita también enseñaba con sus caricias que decía que había que hacer a Dios. Y tenemos que agarrarnos fuerte a cosas así. Tenemos que volver a hacer, cuanto antes, ejercicios de san Ignacio. A ser posible varias tandas, una en cada sitio, para que todos los de Schola podamos realmente vivir del espíritu de san Ignacio. Y nada más, no sé qué deciros yo…
Por favor, convenceos que no hay nada que hacer. Convenceos de que no hay derecho a desanimarse porque Dios tiene que enviar sobre el mundo su Misericordia si nosotros nos ponemos a tiro. Que si nos ha llamado a sentir eso es porque quiere que nosotros seamos –como dice santa Teresita- víctimas de su Amor Misericordioso. Entregaos de la manera que podáis, que es muy sencillo. Convenceos. No cojáis ilusión en lo que tenéis y lo que sois, sino en lo que no sois y dad gracias a Dios de que Cristo os ame y… nada más. Procurad ir a misa, y… yo recomiendo… en Adamil, que le gustó mucho a los que me oyeron, recomendé… el padre Orlandis me recomendaba ir a misa dos veces el domingo, en reparación de los que no van y para devoción a la Eucaristía. Yo hace años que voy dos veces el domingo. Y como que ahora el código dice que se puede comulgar sólo si se va a misa, pues comulgo dos veces. Y lo recomiendo, porque no es contra el código, es… coged… en fin, yo creo que es literal lo que el código permite. Pues ya que no se va a cumplir nada casi, por lo menos cumplamos esto… aprovechemos la Eucaristía. Y cosas así. Yo recomiendo cosas pequeñísimas, pero no sé qué más deciros, ¿no? Y perdonad tantas confidencias y tantas cosas y coged medallas de esas por favor».
Tomado de: Francisco Canals Vidal, Reflexiones prácticas ante la teología de la historia [registro sonoro], (Barcelona, 30-07-1983), min. 60-85