Categoría: Temas

San José, Patriarca del Pueblo de Dios

La intimidad y humanidad de la relación del Patriarca José con Jesús nacido por el Espíritu Santo, de la que es suya por el matrimonio, no queda derogada por la trascendencia del designio divino. La fecunda virginidad de su Esposa es bien de María pero también es bien de José. La parte que tiene José en la virginidad de María hace que haya que atribuir a José, heredero en plenitud de la fe de los antiguos Patriarcas, el fruto nacido de la promesa y del don del Espíritu Santo. Por esta razón, afirma Bossuet, es Jesús hijo de José.

El carisma de Teresa de Lisieux

En su mensaje de infancia espiritual es central la afirmación de que «es la confianza y sólo la confianza la que debe llevarnos hasta el amor» como escribe a su hermana María del Sagrado Corazón a la que dice: «si no me comprendéis es porque sois un alma demasiado grande». Es sumamente importante la afirmación suya de que no es por haber sido preservada del pecado por lo que siente confianza, puesto que confiaría aunque estuviera cargada de pecados; y cita un pasaje de la vida de los Padres del desierto, que fue lo que ya no pudo escribir con su lápiz, porque se le aceleraba la debilidad que le llevó a la muerte.
Esta inocencia, absolutamente humilde y agradecida a la misericordia de Dios, recuerda a María. Santa Teresita cita precisamente las palabras del Magnificat al decirle a la priora María de Gonzaga: «soy ahora demasiado pequeña para tener vanidad, y también soy demasiado pequeña para saber construir bellas frases dirigidas a hacer creer que es mucha mi humildad; prefiero convenir con sencillez que “el Todopoderoso ha obrado en mí grandes cosas”; y la mayor es haberme mostrado mi pequeñez, mi impotencia para todo bien».

El objetivo final de los estatutos autonómicos (13.II.1987)

Quien piense que las afirmacio­nes del artículo de la Constitución que, antes de mencionar las «na­cionalidades», habla de la nación española y de la «patria» indivisa, contienen una garantía para el fu­turo unitario de España, se engaña a sí mismo voluntariamente.
Quien desee que España se mantenga como unidad histórica, y no sólo administrativa o «estatal», en el futuro, habrá de invocar idea­les y valores superiores y anteriores a esta desintegradora Constitu­ción…

Obras Completas, vol. 10: Escritos políticos (I)

Con el presente décimo volumen de las Obras Completas de Francisco Canals Vidal iniciamos la publicación de la cuarta parte de esta edición recopilatoria. En ella el lector encontrará los escritos de temática política que tienen una gran importancia y extensión en la obra del profesor Canals. La pluralidad de temas que abarca su pensamiento: espiritualidad, teología, filosofía, historia y política no solo evidencian un horizonte cultural muy vasto sino también algo muy específico de toda su tarea intelectual: un deseo de síntesis y unidad.

5. Fuentes de la revelación y lugares teológicos

La Revelación, en el designio del amor divino que mueve su providencia comunicativa y salvífica, es la acción o la serie sucesiva de acciones por las que Dios «se dirige y se da al hombre» (Cat. 14). En orden a comunicarnos la participación en su vida, y a restablecerla en el linaje humano después del pecado: «Dios, que habló a nuestros padres -los padres del Pueblo de Israel- parcialmente y de diversas maneras por los Profetas, al fin de estos días nos habló por su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien creó también los tiempos» (Hebr. 1,1-2).

3. La teología sagrada: su objeto y razón formal

La teología sagrada, generada en la tarea de los Santos Padres en la búsqueda de la «inteligencia de la fe» y de la defensa de la misma contra los judíos y los herejes, alcanzó, en los grandes doctores escolásticos, a constituirse como una ciencia.

Aunque heterogénea en su subiectum, es decir, su contenido u «objeto material», y en su formalidad cognoscitiva, que es la ratio revelati, respecto de las ciencias de orden natural, es analógica con las mismas en los caracteres de racionalidad argumentativa por la que, a partir de principios ciertos se alcanzan conclusiones «demostradas».
Desde la edad apostólica y en especial a partir del siglo II, llamado el siglo de los Apologistas, se ha dado siempre en la Iglesia esta tarea de defensa y sostenimientoEn Aristóteles la episteme theologike se identifica con la «ciencia que contempla lo que es en cuanto que es», en el sentido de que sólo en esta ciencia que se llamaría después ontología el entendimiento humano, buscando conocer la primera causa de la universalidad de los entes, alcanza a conocer la realidad divina. Damos el nombre de teología natural a la parte última, es decir, al tratado metafísico sobre Dios como primera causa del ente.