Llull merecería ser situado en el centro de la historia del argumento que expresó san Anselmo en el Proslogion, que tantas veces ha sido transpuesto e interpretado como si coincidiese con el argumento cartesiano que refutó Kant. […]
La prueba contiene más que la célebre frase “Si Dios no existe todo está permitido”, y contradice y desborda el “antiteísmo” del existencialismo ateo en su pretensión de humanismo radical. La inconveniencia de la negación de Dios se muestra en que de ella no se seguiría la omnímoda permisividad, ni la creatividad humana de los valores, sino el carácter imperativo del mal.