La intimidad y humanidad de la relación del Patriarca José con Jesús nacido por el Espíritu Santo, de la que es suya por el matrimonio, no queda derogada por la trascendencia del designio divino. La fecunda virginidad de su Esposa es bien de María pero también es bien de José. La parte que tiene José en la virginidad de María hace que haya que atribuir a José, heredero en plenitud de la fe de los antiguos Patriarcas, el fruto nacido de la promesa y del don del Espíritu Santo. Por esta razón, afirma Bossuet, es Jesús hijo de José.